Clases UPN
Asignaturas impartidas en la UPN

Clase 14 - Teoría Educativa

Gramsci, la escuela y la formación de intelectuales
Hemos revisado en la clase anterior el rol que, de acuerdo con Gramsci, juegan los intelectuales en la organización económica y social. Ahora corresponde revisar el papel de la escuela en la formación de intelectuales que sirvan a la estructura socio-económica en la que se encuentra inmersa la institución escolar.
Para que un país logre el desarrollo tecnológico que le permita establecer cierto poderío industrial, requiere de la formación de técnicos-especialistas que sustenten las labores especializadas necesarias. Esta formación de técnicos no puede alcanzarse sin una base amplia de personas que tengan acceso a la educación primaria y a los diferentes grados intermedios hasta llegar a los tecnológicos y universidades que brindan los estudios especializados.
Esta necesidad de establecer una base amplia para poder realizar los procesos de selección y la formación de altas cualidades intelectuales, tanto en el ámbito de la técnica como de la cultura, encierra algunos inconvenientes, entre ellos se encuentra la posibilidad de que se presenten crisis de desocupación entre los estratos medios intelectuales.
Así podemos observar que la formación de personal calificado no se da en abstracto ni persiguiendo un ideal democrático de acceso a la educación. Aunque es deseable que la mayor cantidad posible de personas tengan acceso a la educación en los diferentes niveles, también debemos pensar en las repercusiones que esto tiene en los momentos históricos específicos, es decir, qué representa esta situación para escuelas determinadas en sociedades que viven circunstancias económicas específicas.
Existe entonces una variada distribución de tipos de escuela que buscan satisfacer la demanda educativa de los diversos grupos sociales que se forman como parte de la estructura económica. Cada uno de estos grupos establece dos tipos de demanda, por un lado la solicitud de personal especializado, formado en escuelas específicas, y por otro, que las personas pertenecientes a ese grupo tengan acceso a ese tipo de formación y escuelas.
Por otra parte, la relación que los intelectuales establecen con el mundo de la producción no es inmediata. Se encuentra, mediada por las posibilidades que tiene el aparato productivo de absorber a los especialistas, tanto en un sentido cuantitativo como cualitativo. Deben existir plazas disponibles y la formación de los egresados debe coincidir con los requerimientos del mercado productivo. Esta debe ser una preocupación de la escuela o corre el riesgo de quedar fuera de la estructura económica y social.
Tendríamos entonces que los intelectuales son empleados del grupo dominante, ya sea que se inserten en la producción de bienes y servicios, o que formen parte del gobierno que sirve a la clase dominante. Su labor entonces consistirá en mantener la hegemonía de este grupo, tanto en sus funciones cotidianas de organización del trabajo físico y repetitivo, como del mantenimiento de la cultura y el consenso social que reproduce el “acuerdo” que hace posible la continuidad de la organización socio-económica.
La escuela y todo su marco institucional estarían condicionados para que la formación que proporciona a sus egresados sirva para que estos se inserten como intelectuales orgánicos útiles para la clase dominante. Conviene pensar entonces en los criterios de evaluación y certificación, entre otros aspectos como el tipo de convivencia y las maneras en que se estructuran las relaciones sociales al interior de la escuela.
Recuperado de:
Gramsci, A. (1975). La formación de los intelectuales En Antología de Teoría Educativa. Pachuca: UPN. Pp. 89 – 90.                


                  


           


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