Clase 5 - Diagnóstico
Observación participante
Es una actividad metodológica y sistemática, guiada por los propósitos de la investigación para el diagnóstico y realizada con la intención de generar conocimientos acerca de la vida cotidiana de la comunidad con la que trabajamos.
Mediante este tipo de observación se consigue una forma de teorización surgida de la experiencia. Tiene un carácter abierto y flexible, permitiendo al interventor actuar de acuerdo al entorno observado. También permite el establecimiento de relaciones con las personas involucradas. Estas relaciones pueden ser un punto de apoyo invaluable para el desarrollo del proyecto de intervención o convertirse en una fuente de problemas, según sea el tono que se consiga dar a esas relaciones.
Los objetivos metodológicos de la observación participante son:
1. Obtener una visión amplia, detallada y lo más completa posible de los fenómenos y circunstancias que vive la comunidad, así como del sentido que las personas le otorgan a estos sucesos.
2. Descubrir la perspectiva desde la que los diversos actores sociales viven y construyen su realidad, además de comprender los valores y normas que les guían en su quehacer cotidiano.
3. Facilitar el acceso a las posiciones que cada persona y la comunidad en su conjunto tienen respecto de su realidad y cómo la viven.
Quien entra en un mundo en constante transformación, también es transformado. La observación participante exige del observador una actitud empática y atenta. Su mirada debe estar cargada de curiosidad científica, aunque su observación no la realice desde un microscopio o un telescopio, sino desde una horizontalidad que se refleja en los ojos del otro. El observador también es observado por el sujeto de intervención.
Teniendo en cuenta esto, es importante considerar la posibilidad de que durante la observación, el interventor ponga en juego su propia subjetividad. En lugar de luchar contra sus propias emociones y sentimientos, el interventor debe aprovecharlos para penetrar en la realidad, registrando aquellas situaciones que le gustan y aquellas que no, dejando constancia de por qué le parecen positivas o negativas.
La observación participante puede implicar que el interventor desempeñe algunas tareas comunitarias, siguiendo los ritmos de trabajo que las personas establecen; sin embargo, no debe ocultar su rol como investigador de una realidad que intenta conocer.
Hacer observación participante no significa tomar notas de todo lo que acontece, abandonando la sistematización que exige esta tarea. Por el contrario, necesitamos mantener claros nuestros objetivos: qué investigamos, para qué investigamos, por qué queremos investigar. No debemos olvidar que nuestra tarea final es elaborar un diagnóstico, no sumergirnos en una convivencia, por muy constructiva y transformadora que sea. Por lo tanto, la observación y su registro deben ser amplios, completos, detallados, analíticos y con visión de totalidad.
Recuperado de:
Montero, M. (2007). Hacer para transformar. El método de la psicología comunitaria. Buenos Aires: Paidós. Pp. 205 - 207.