Clase 10 - Actividades
La continuidad del apego y el amor adulto
Los vínculos que se establecen con la madre y otras figuras de apego, ¿se mantienen estables en la edad adulta?, ¿Cómo afectan a las relaciones con los otros que se van formando posteriormente?
Sabemos que el apego seguro aumenta la exploración, la curiosidad, la solución de problemas, el juego y las relaciones con otros compañeros, es decir, permite abrirse más al mundo. La persona con apego seguro tiene más seguridad en ella misma, pues se sabe querida y eso le da seguridad, confianza en sí misma y en los otros. Puede ser más tolerante.
En cambio, un apego inseguro hace que cualquier conducta ambivalente o poco clara de los otros con los que uno se siente vinculado afectivamente, se interprete como un rechazo total y lleve a la desesperación. Las personas ambivalentes (aquellas cuyo apego fluctúa entre seguro e inseguro) necesitan continuas muestras de afecto para sentirse seguras porque su modelo mental no incluye una idea interiorizada del otro como alguien permanentemente disponible al que podemos recurrir cuando lo necesitemos.
Los tipos de apego tienden a reproducirse de una generación a otra, pero algunos padres consiguen cambiar el estilo de apego rompiendo la cadena de continuidad intergeneracional. De tal manera que padres inseguros pueden producir hijos con apegos seguros. Es posible que estos padres lograran sus cambios haciéndose conscientes de las experiencias insatisfactorias que tuvieron durante la niñez y modificando sus modelos mentales.
Aunque no existen pruebas concluyentes, diversos trabajos parecen indicar que hay una notable continuidad entre las relaciones infantiles y las adultas. No se puede decir que las relaciones infantiles determinen de manera absoluta las adultas. Una mala relación puede compensarse con otras relaciones posteriores mejores, la influencia de los compañeros es muy importante, pero probablemente haya una continuidad que se mantendría si no aparecen elementos que la rompan.
(Película)
Recuperado de:
Delval, J. (2006). El desarrollo humano. México: Siglo XXI editores. Pp. 208-209.