Clase 21 - Actividades Directrices
El juego en los primeros dos años de vida
Con frecuencia, e juego y la exploración se asemejan entre sí, pero también difieren en tres áreas: el estado afectivo del niño, cuán estereotipada es la conducta del niño y el enfoque de atención del niño. Al explorar, el niño tiene un semblante serio, presta mucha atención a lo que está haciendo y toma parte en conductas estereotipadas, casi ritualistas. Durante el juego, los niños se muestran más alegres, más dispuestos a distraerse y exhiben una conducta más diversa.
A través del primer año de vida los niños participan en muchos juegos sensoriomotores: la repetición de una actividad sensorial o motora previamente aprendida, simplemente por el placer de hacerla. Alrededor de los cinco meses, los infantes comienzan a jugar con objetos, pero los primeros juegos con objetos no son muy complejos, en el sentido de que los infantes se interesan menos en las propiedades de los objetos mismos que en las repercusiones de sus acciones sobre los mismos.
No obstante, a los nueve o diez meses comienzan a diferenciar los objetos; prefieren objetos nuevos en lugar de los objetos familiares y manjean distintos objetos de manera diferente, de tal manera que puedan extraer de ellos la mayor cantidad de información posible. Finalmente, en el segundo año, el juego con objetos es incluso más maduro, pues el niño ahora combina objetos dentro del juego, usa objetos de manera apropiada y comienza a incorporar objetos dentro del juego simbólico.
El juego simbólico aparece de manera repentina a los ojos del observador, en el principio del segundo año de vida y su desarrollo subsiguiente se caracteriza por una serie de niveles cada vez más complejos. Podemos apreciar el desarrollo de cada uno de los elementos subyacentes del juego simbólico: la descentración, que se refiere al grado de capacidad del niño para transferir el enfoque de su interés de sí mismo hacia los objetos externos; la descontextualización, que implica el uso de un objeto como substituto de otro; y la integración, es decir, la organización del juego en patrones cada vez más complejos.
La función principal de los adultos en el juego de infantes es fungir como hábiles directores sociales: inician rutinas de juego, controlan la frecuencia con que introducen los nuevos elementos al juego, varían la intensidad del juego según la conducta exhibida por el niño y proporcionan apoyo y motivación. Las madres tienden a dirigir menos que los padres, participan en juegos más verbales e instructivos que los padres y se involucran en el juego físico menos estimulante con sus infantes. El juego padre / madre – infante es más perdurables y más activos que el juego solitario o que el juego con hermanos y es más probable que le enseñe al niño habilidades nuevas.
Aplicación de la teoría
Recuerde que durante los primeros cuatro meses de vida, los juguetes del infante no pueden ser sujetados o manipulados, pero deben estimular la mayor cantidad posible de sentidos (gimnasios, juegos que emitan sonidos cuando el niño los golpea con los pies).
Al seleccionar juguetes para niños de cualquier edad, esfuércese por encontrar aquellos que reaccionan cuando el niño ejerce una acción sobre ellos.
Proporcione oportunidades para que los preescolares interactúen con sus iguales. Permítales participar en juegos sociales simples, pero tenga presente que la mitad de todas las interacciones entre niños de esta edad terminan en algún conflicto.
Recuperado de:
Hughes, F. (2006). El juego: su importancia en el desarrollo psicológico del niño y del adolescente. México: Trillas. Pp. 83-84.