Clase 15 - Actividades directrices
Actividades directrices - Significación de la actividad con objetos como actividad directriz del desarrollo
El pensamiento del niño en las etapas tempranas del desarrollo es concreto e inseparable de su actividad práctica: no es un proceso interiorizado aún y, por lo tanto, el niño no puede prever o “imaginarse” previamente los resultados de su acción, simplemente actúa, y ya.
El pensamiento en acciones se transforma en la misma medida que se desarrolla la actividad con objetos, y junto con ella pasa por cambios cualitativos. Este proceso está íntimamente relacionado con etapas específicas del desarrollo de la generalización de la experiencia en la actividad con objetos y, hasta que surge la palabra como mediador, está básicamente determinado por dicha actividad.
De acuerdo con A. V. Zaporozhtes, el dominio de las manipulaciones con los objetos crea también las bases necesarias para la asimilación de sus sustitutos verbales, a los que les concede una significación más exacta y definida. Ello destaca la relación entre el significado, el contenido de la palabra, su nivel de generalización y la de la experiencia en la actividad, y que se expresa mediante determinadas habilidades y hábitos en relación con los objetos. De este modo, la actividad con objetos y su desarrollo es la base que fundamenta el contenido de la lengua, y da inicio al desarrollo intelectual del niño.
En su sentido más general, en los objetos está reflejada la experiencia humana, que está fijada en las cualidades físicas y dinámicas de los objetos y en las formas de acción con ellos, por lo tanto, al actuar sobre tales objetos el niño asimila toda esa experiencia acumulada, y la hace suya, promoviendo así su desarrollo psíquico general.
Antes del trimestre de los nueve a los doce meses de edad no puede hablarse de actividad productiva con objetos en el bebé., pues todas sus acciones se desarrollan exclusivamente en la actividad lúdicra con objetos, que se diferencia de la productiva por su motivo.
En la actividad lúdicra el motivo de la misma yace en la misma acción y no en su resultado práctico. Este motivo tiene una tendencia cognoscitiva claramente expresada y se forma en el proceso de comunicación emocional directa con el adulto en el transcurso de su actividad conjunta, en la que utilizan objetos. Mas, el propósito no radica en la obtención de un resultado práctico sino en la ejercitación de la propia acción, y el niño tiende a imitar las acciones, no para obtener un resultado, sino para accionar, para “jugar”. No hay producto, el motivo es la propia actividad. Así, cuando el niño incansablemente tira una y otra vez un objeto al piso para que el adulto se lo recoja y entregue, vuelve a lanzar otra vez el objeto para que el adulto vuelva a hacer la misma operación: a él no le interesa obtener el juguete, lo que quiere es realizar la acción y que el padre o el educador repita lo que permite volver a hacer su acción, simplemente “juega” utilizando un objeto.
El motivo de la actividad productiva con objetos está, por el contrario fuera de ella misma, y se relaciona con la satisfacción de determinada necesidad vital. Así, en la vida cotidiana, el adulto no solo le enseña al niño las acciones correspondientes con los objetos-juguetes, sino también con aquellos que tienen una función social: usar la cuchara, sentarse en una silla, ponerse una prenda de vestir, usar una palita para coger arena, un martillo para golpear, entre otras acciones: hay un resultado que está mediado por el objeto que utiliza, y ya no es la simple acción lo que la promueve.
De modo general entonces, la asimilación y generalización de la experiencia social tiene lugar en la infancia temprana a través del desarrollo e influencia recíproca entre la actividad lúdicra y la productiva con objetos (con esta como rectora) en las condiciones de comunicación del niño con las personas que le rodean.
La significación de la actividad con objetos, en estrecha relación con su desarrollo ontogenético, pasa por tres niveles característicos:
Un primer nivel de manipulación con objetos, que se transforman a través de las operaciones de búsqueda e investigación, en acciones de orientación.
Un segundo nivel, en que sobre la base de estas acciones de orientación, se forman acciones específicas con objetos.
Un tercer nivel, donde el desarrollo de la actividad productiva con objetos está relacionada con acciones mediadas por objetos.
Recuperado de:
AMEI (25-jun-2014). La actividad directriz del desarrollo en la edad temprana: la actividad con objetos. Recuperado de www.waece.org.