Clase 17 - Actividades directrices
Actividades directrices – Papel de la comunicación en la actividad con objetos
Para un análisis completo de la actividad con objetos como directriz del desarrollo en la edad temprana es indispensable hablar del rol que juega la comunicación, en particular la emocional, durante este período evolutivo.
De las emociones que surgen en la comunicación se ha hablado mucho, y se dice de la estabilidad emocional que debe tener el niño durante el proceso de la enseñanza y el aprendizaje para que este se desenvuelva fácil y armónicamente, de cómo es necesaria una relación emocional positiva en este proceso para que la asimilación de todo lo que se le pretende enseñar, se interiorice de manera efectiva. Así, se insiste mucho en lograr en los niños un estado emocional favorable, y en los educadores una proyección afectiva adecuada, para que el proceso educativo sea exitoso.
Sin embargo, de las emociones que surgen en el proceso de la acción, se sabe o se conoce muy poco, a pesar de la extraordinaria significación que tienen en la asimilación de los contenidos cognoscitivos de la actividad y, consecuentemente, en el desarrollo intelectual de los niños.
De esta manera ha sido característico que el problema de la regulación emocional del pensamiento, de la interrelación entre lo cognitivo y lo afectivo, no solo no esté catalogado entre las tendencias principales de la investigación en la psicología infantil, sino que en general, los diversos autores no le han concedido mucha atención, salvo contadas excepciones. Esto, por supuesto, no solamente estriba en lo complejo que resulta teóricamente el abordaje de esta relación, sino también, por las dificultades metodológicas del proceso de investigación que se dirija a su estudio científico.
En realidad, al analizar retrospectivamente esta problemática, se observa que han existido históricamente tres tendencias fundamentales en el estudio de la interrelación entre los procesos afectivos y los cognoscitivos:
1. La que considera a lo afectivo y lo cognitivo como procesos aislados que no tienen relación alguna entre sí, y si la reconocen, establecen posturas reduccionistas hacia un polo u otro de esta relación.
2. La que plantea y reconoce una relación entre los procesos afectivos y los cognitivos, pero establecen un paralelismo e isomorfismo entre ambos, con lo que caen en una dicotomización de la personalidad.
3. La que establece la necesaria unidad e interrelación entre lo afectivo y lo cognitivo, concibiendo ambos fenómenos en mutua independencia y relación, y por tanto, a la personal como un todo integral y complejo.
Es decir, el enfoque tradicional de la investigación psicológica se ha dirigido por un tiempo prolongado al análisis de los fenómenos psíquicos como elementos separados y, en consecuencia, a estudiar de manera aislada los factores afectivos y cognitivos.
La tendencia actual en el estudio de la personalidad radica en su carácter integral, y así, el enfoque unitario de la relación entre lo cognitivo y lo afectivo, constituye por sí mismo la orientación más actualizada y dialéctica en el estudio de los fenómenos intelectuales y emocionales, en la que estos se relacionan de manera mutua, interactúan, se combinan estructuralmente, se interrelacionan, de una unidad dialéctica en la que cada uno de ellos mantienen su característica distintiva, sin diluirse entre sí, pues constituyen una unidad y no una identidad.
En la concepción de la actividad directriz esta unidad está concebida de manera dialéctica, y por lo tanto, aunque se hable de predominio de una línea sobre otra, en lo relativo al desarrollo emocional y el cognoscitivo, el hecho de que en un período el desarrollo psíquico esté determinado principalmente por una de estas líneas, no implica que la otra no ejerza su influencia, solo que tal influencia está tamizada a través de la línea que en dicho momento sea la predominante.
En esta interrelación se manifiestan tres fases en el dominio gradual de la ejecución exitosa de la acción, en la medida que surgen y se manifiestan los comportamientos emocionales, hasta la consolidación de una relación emocional positiva estable:
Fase de no dominio de los elementos de realización de la acción. Resulta típico en la conducta del niño que no domina las operaciones que permiten la realización de la acción, el predominio de la inmovilidad, poco o ningún cambio postural, o escasos movimientos no dirigidos en el sentido de la tarea. Por lo general no hay vocalizaciones, la comunicación con adulto es intermitente, y cuando se da es en sentido de reclamo o ayuda, más que de orientación.
Fase de dominio parcial de los elementos de realización de la acción. La expresión emocional es de interés y concentración, sin embargo, la presencia de reacciones negativas es mínima, no hay llanto ni negativismo y no se observan marcadas reacciones psicosomáticas.
Fase de dominio total de los elementos de la acción. En este caso la comunicación con el adulto es casi nula, el niño se concentra profundamente en su ejecución y cuando establece contacto con el adulto es, por lo general, al final de una fase o al concluir la actividad para buscar aprobación o una nueva tarea. La vocalización se reduce al mínimo, o apoya la ejecución.
Este análisis permite concluir enfáticamente que la manifestación emocional durante la situación de comunicación guarda una estrecha relación y dependencia con el nivel de dominio de las operaciones en la ejecución de la tarea cognoscitiva, con el hecho de sí tiene o no asimilados los elementos de la acción para el éxito de la misma. Esto quiere decir, que la formación de una relación emocional positiva está estrechamente relacionada con el grado de dominio por el niño de los modos de acción.
Tal estado emocional, que hemos denominado positivo o productivo, tiene un carácter regulador de la actividad cognoscitiva, y prepara interiormente al niño para la realización de este tipo de actividad. A su vez, la ejecución de esta actividad cognoscitiva genera emociones que consolidan aún más el estado emocional positivo alcanzado, en una constante interacción de los factores afectivos y cognoscitivos, que determina una mejor realización de la acción y una asimilación más efectiva de sus contenidos cognoscitivos, lo que en definitiva tiene una significación muy importante para su desarrollo intelectual.
Al realizar una acción, de la misma surgen emociones que actúan sobre el proceso cognoscitivo, y a su vez el proceso de la acción actúa sobre el componente emocional, lo cual está directamente relacionado con el éxito del niño en la tarea y el progresivo nivel que va adquiriendo de las acciones con objetos.
Recuperado de:
AMEI (25-jun-2014). La actividad directriz del desarrollo en la edad temprana: la actividad con objetos. Recuperado de www.waece.org.