Clase 11 - Actividades directrices
Actividades directrices – la noción de objeto
El hecho de que la comunicación se convierta en actividad subordinada a la actividad con objetos no quiere decir que la misma no continúe ejerciendo su efecto, sino que ahora la comunicación está supeditada, o se manifiesta, de manera fundamental a través de esta nueva actividad, a la inversa del año anterior en que la comunicación era predominante y la actividad con objetos se daba a través de la situación de comunicación.
Noción de objeto
Un objeto es algo que existe en la realidad objetiva, que tiene existencia por sí mismo, y que es independiente de la conciencia del hombre. El objeto puede ser material, como sucede con un instrumento de trabajo, o ideal, tal es el caso de un concepto, una fórmula o una determinada relación.
Pero como el objeto por sí solo no enseña su función, el objeto físico deviene en objeto social, al darse su conocimiento a través de la comunicación y el intercambio del niño con el mundo social circundante. Es por eso que la comunicación y la actividad tienen una interrelación dialéctica, en que cada uno existe por el otro, y entre ambos determinan el desarrollo del ser humano.
El objeto y sus representaciones, sirven de base para el surgimiento de las primeras acciones intelectuales de percepción y pensamiento, colaboran a que el niño se apropie del mundo que le rodea y que comience a diferenciar entre su mundo interno y aquel externo de la realidad en el que los objetos se encuentran.
La noción de la permanencia del objeto no es innata y se va progresivamente a formar en los dos primeros años de la vida. De acuerdo con Piaget mediante estas acciones con el objeto el niño conoce sus particularidades y propiedades esenciales, las que, dada su constancia, determina que los objetos e conviertan en invariantes. Mediante la acción lógica con los objetos, realizada a través de los mecanismos sensorio-motores, el niño organiza sus esquemas y construye las categorías de dicha acción, y que son la permanencia del objeto, su ubicación en el espacio y el tiempo, y su causalidad.
En esta formación de la noción del objeto este no puede verse solamente como objeto físico, sino como objeto social, pues las acciones que el niño realiza con los objetos no son ajenas al concurso del adulto, del sistema de relaciones que se establece en su actividad conjunta, ni como este funciona como mediador en dicho proceso de la actividad.
De acuerdo con J. Piaget este proceso de asimilación de la noción del objeto pasa por cinco fases o etapas fundamentales:
1. Una primera etapa en la que en el niño no se observa ningún comportamiento particular referente a los objetos que desaparecen de su vista. En este período, que se ubica en los primeros meses de la vida, el objeto solo provoca interés en el niño cuando el adulto lo tiene en su mano y realiza acciones con el mismo. Esto tiene un carácter muy inestable, pues el niño prefiere centrar su atención en el adulto, y no en el objeto como tal.
Ni las personas ni los objetos tienen un carácter permanente para el niño, y aunque reconocen algunos objetos y personas por estar directamente relacionados con sus necesidades vitales, los mismos, al desaparecer de su vista solo determinan una conducta pasiva, y aunque haya reacciones menores, estos simplemente “dejan de existir” para el niño.
2. En la segunda etapa se da el comienzo de la permanencia del objeto mediante la prolongación de los movimientos de acomodación. En esta fase los objetos despiertan un mayor interés en los niños, aunque todavía predomina la comunicación emocional directa en las acciones que realizan con estos. El avance en el área sensorio-motriz y de las coordinaciones sensomotoras, permiten un mejor agarre, y posibilitan el inicio de la permanencia del objeto y de la coordinación visomotora.
Realmente es una etapa de transición como señala Piaget y donde se dan movimientos de acomodación que permite el comenzar a prever una nueva posición del objeto en su traslación, que provoca un desplazamiento lateral o vertical de la cabeza del niño al desaparecer el objeto de su vista. No obstante, cuando el objeto está totalmente oculto todavía no es capaz de realizar la acción de búsqueda, suprimiendo el obstáculo que impide su percepción. Y aunque en ocasiones sea capaz de eliminar el obstáculo en relación con su persona, no lo son en relación con el objeto, indicando que aún no existe una noción consolidada del objeto y que estos están vinculados a la acción del adulto.
3. La tercera etapa se caracteriza por la búsqueda activa del objeto desaparecido, pero sin tener en cuenta la sucesión de los desplazamientos visibles. Durante este período los niños se mantienen más tiempo orientados hacia el objeto en la realización de las tareas, surgiendo una nueva relación con los adultos: la situación de comunicación en el proceso de actividad conjunta con los objetos.
Así, mediante la mímica, los gestos y la emisión de sonidos, el niño busca la orientación del adulto en la tarea, moviendo su radio visual del rostro del adulto a la pantalla que oculta el objeto, como si esperara una orientación para realizar su acción. Esto se refuerza con la incitación verbal del adulto a buscar el objeto y que orienta la acción del niño: El objeto comienza a tener permanencia, pero subjetiva, el niño lo busca solo en un lugar específico, aquel donde tuvo antes éxito en la búsqueda, y si busca en un segundo lugar, y no lo encuentra, vuelve al primer lugar.
4. En la cuarta etapa el niño comprende los desplazamientos sucesivos del objeto, cuya búsqueda es estimulada por el adulto, que el niño imita. Ya son capaces de esconder y encontrar el objeto por sí mismos, lo que le permite orientarse de manera externa en relación con sus propiedades y su posición en el espacio, así como la interrelación de acciones con más objetos. Si el ocultamiento del objeto no es percibido, no hay búsqueda, pues no hay aún representación a nivel interno consolidada.
5. La quinta y última etapa o de representación de los desplazamientos no visibles, implica la solución de la tarea valiéndose de la representación sensoriomotriz del objeto y de sus relaciones, y tiene éxito independientemente de los obstáculos situados y del número de desplazamientos no visibles que haya tenido el objeto. Es en esta fase cuando ya puede decirse que el objeto ha cobrado permanencia para el niño, el que reconoce su existencia aunque no esté presente o se le haya apartado de su vista.
Recuperado de:
AMEI (25-jun-2014). La actividad directriz del desarrollo en la edad temprana: la actividad con objetos. Recuperado de www.waece.org.